viernes, 26 de julio de 2013

'El invierno del comisario Ricciardi', de Maurizio de Giovanni: tedio absoluto

   
En la obra 'El invierno del comisario Ricciardi', si bien es cierto que hay diálogos realmente sorprendentes, en busca de la naturaleza de las cosas y el por qué más profundo de la vida, también existe una narración lenta y farragosa en la que el policía es un bicho raro entre personajes surgidos de una película cómico-surrealista italiana.

    Gran éxito ha obtenido el escritor napolitano Maurizio de Giovanni con su serie sobre este inspector que es capaz de percibir a los muertos y que investiga los asesinatos a partir de estas visiones, sin embargo, a las historias les falta fuerza y peso emotivo.

    Tras comprobar la originalidad de 'El invierno del comisario Ricciardi', tuve que dejar el libro apenas en la página 50 tras llegar a un nivel de aburrimiento exponencial por el poco ritmo de la trama y porque los poderes sobrenaturales del comisario eran más bien poco atractivos y el ambiente narrado no alcanzaba las vísceras, objetivo de todo relato negro.

miércoles, 24 de julio de 2013

Nostálgico de las míticas Etiqueta Negra de Júcar y Serie Negra de Bruguera

   
Probablemente, la primera mejor colección de novela policíaca en España fue la Serie Negra de Bruguera, iniciada a finales de los años 70, y cuyos libros aún se pueden conseguir como auténticas joyas descatalogadas en las librerías de viejo o en los rastrillos de las ciudades.

    Los clásicos de primera fila -los más auténticos creadores de este género plagado de suspense, intriga, crueldad y fiel reflejo-crítica de la sociedad- aparecieron en esta colección de la no menos legendaria Editorial Bruguera. Se trata de Dashiell Hammett y Raymond Chandler con piezas tan aclamadas como 'Cosecha roja' (una de mis preferidas) ó 'La llave de cristal'.

    Igualmente, permitió que, recién desaparecida la interminable dictadura, llegasen a nuestro país autores de contrastada calidad como Chester Himes, Ross MacDonald, David Goodis y James Chadley Chase. Muchos de estos títulos fueron publicados hace pocos años en la Serie Negra del periódico 'El País' que los entregaba junto a un ejemplar del periódico.

Júcar Negra
    
La colección Etiqueta Negra de la Editorial Júcar -finales de los años 80 y principios de los 90- es otra de las series clásicas de la novela policíaca en castellano. Entre sus autores estrella figuran Julián Ibáñez, un pionero del género junto a Manuel Vázquez Montalbán. 

    También publicó obras de Donald E. Westlake, Paco Ignacio Taibo II, Jim Thompson (creador de la obra maestra '1.280 almas'), James Ellroy y Elmore Leonard, entre otros.

    En ella figuran los primeros trabajos -cargados de maldad y calidad a partes iguales- de Juan Madrid y Andreu Martín, dos de los mejores autores españoles del género, con el permiso de Francisco González Ledesma.       

    El relevo en esta segunda década de siglo ha llegado de la mano de la excelente colección de novela negra editada por RBA en su Serie Negra. Calidad, exigencia, talento y autenticidad son las señas de identidad de esta colección.

lunes, 22 de julio de 2013

El sabor agridulce de 'Tienes que contarlo' de José Sanclemente

    'Tienes que contarlo', del experto en medios de comunicación y exconsejero delegado de Grupo Z y Antena 3, José Sanclemente, deja un sabor de boca agridulce porque pudiendo ser una obra de primera se embarulla en su parte final y pierde fuerza, tanto de verosimilitud como de ritmo.

    Planteada como una crítica a los medios de comunicación, con asesinatos de por medio, infidelidades, agencias de publicidad, altos ejecutivos, bases de datos conseguidos tras espiar en las redes sociales, crímenes para ocultar la verdad, manipulaciones desde los mas media, la CIA... ensalza al movimiento 15M que lucha contra la corrupción y a los periodistas puros de raza que siempre pelean por publicar la verdad.

    La intriga está bien montada porque no se sospecha del culpable, pero su desenlace no es creíble. Además, ocurre muy deprisa, como si la conclusión de la obra se hubiese hecho a toda velocidad, obviando el excelente inicio, planteamiento y desarrollo.

    Desde el viaje a Nueva York de la protagonista, los hechos son poco consistentes y sin coherencia, como si lo exótico de acudir a Estados Unidos en pos de la verdad fuera un valor añadido. La relación entre los protagonistas principales flaquea y qué decir del extraño enamoramiento del experto policial en informática y la extravagante Paula, compañera de piso de Leire.

    Lo mejor: la joven, insobornable e insubordinada periodista Leire y su novio el inspector Ortega. Entretiene y mantiene el interés hasta que en la página 190 se pierde.

    Lo peor: los diálogos del final de la obra que casi rozan el infantilismo -la aparición de la ex novia de la CIA que quiere vengar la muerte de la estrella de la sección de economía- como la escena del descubrimiento del asesino, previsible y solventada como un típico y tópico telefilme de sábado por la tarde.  

viernes, 19 de julio de 2013

Marta Sanz y 'Black, black, black'... no hay por dónde cogerla

 

    La apuesta de Marta Sanz en 'Black, black, black' más que por una novela de detectives a la vieja usanza es por una obra de metaliteratura, con capítulos desconectados de la trama, una especie de 'Tiempo de silencio' en versión policiaca, una 'Rayuela' adaptada a lo ibérico.

    No deja de tener interés el planteamiento con la investigación del asesinato de una mujer por parte de su marido, un auténtico troglodita procedente del Norte de África, ordenado al detective Arturo Zarco, que es gay, pero antes estuvo casado con Paula, a quien ahora es su masoquista confidente... que al final entra en la investigación mientras Zarzo persigue al vecino de la víctima, Olmo, un menor amante de las mariposas, bajo la atenta mirada de su madre, Luz, más loca-cuerda que un cencerro... Buffff, qué cansancio!

    Si bien es cierto que lo narrado cuenta con un interés, tanto literario como filosófico, la desconexión de las diferentes partes del libro entre sí y la poca -o casi nula- relevancia de la trama de novela negra hacen que la haya dejado en la página 180 para evitarme el masoquismo que domina entre los peculiares y sonados vecinos de la Corrala. 

    Lo peor: El guirigay de personajes, las manías que les invaden, los capítulos sin relación entre sí, la larguísima parte del diario de Luz, sin pies ni cabeza; el surrealismo friki de la historia... Es como una casa habitada por todos los personajes de 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' después de pasar unos meses en el Psiquiátrico de Santa Coloma sin medicación.

    Lo mejor: La apuesta por las nuevas formas narrativas. La riqueza mental y de pensamiento del protagonista, el investigador privado Arturo Zarco.

miércoles, 17 de julio de 2013

'La mala mujer' de Marc Pastor, otra forma de entender la novela negra

    Es trepidante el inicio de 'La mala mujer', de Marc Pastor (Serie Negra. RBA). Sórdido e inquietante. Mucha fuerza narrativa en una trama que empieza con dos ladrones de cuerpos desenterrando un cadáver sin cabeza y en plena putrefacción para un médico austriaco al borde de la esquizofrenia. Luego, llegan las muertes inexplicables que cada vez lo son menos.

    De jugar con fuerzas terribles de la naturaleza, dar pábulo a demoníacos seres humanos que se alimentan de niños y seguir a los policías puteros y canallas, se llega a un punto narrativo en el que el personaje real de Enriqueta Martí i Ripollés, la 'vampiresa de la calle Ponent', hace decaer la acción.

    Estamos en 1912 y, una vez solventados los hilos narrativos cargados de intriga, la novela se convierte en una suerte de investigación para localizar en la Barcelona del inicio del pistolerismo a una mujer que, ayudada de su marido y amante, secuestra infantes para su propio placer y elaborar pócimas seudocurativas.

    Muy logrado el personaje que narra la acción. Es la muerte en forma de enfermizo crupier del Casino de Collserola

    Lo mejor: Las primeras 30 páginas con un halo Robert Louis Stevenson, Walter Scott y Edgard Allan Poe en una Barcelona oscura, sórdida y tétrica. Y el final poco feliz. 

    Lo peor: El desarrollo tópico y desenlace previsible de la trama basada en un hecho real. 

jueves, 11 de julio de 2013

'Historia de Dios en una esquina', una obra irregular de González Ledesma



   'Historia de Dios en una esquina', de Francisco González Ledesma, es un libro que se divide en dos partes. La primera es genial, trepidante, angustiosa y cargada de mala leche. La segunda pierde fuelle aunque suceda en el mágico Egipto y Méndez sea un Poirot venido a menos.

     El viejo, decrépito y cínico inspector Méndez, al borde del desahucio por parte de sus jefes, investiga el asesinato de una niña autista aparecida en un edificio abandonado de Barcelona, mientras da cobertura a un preso fugado de la Modelo que busca a su hija casquivana, en la búsqueda de un violador y un policía corrupto.

    En este escenario a través del Barrio Chino, Poble Sec y el Ensanche se suceden persecuciones y disparos del Colt 45 de Méndez que data de la Gran Guerra. También asistimos a las sentencias existencialistas del policía, a su vez cargadas de melancolía y añoranza por un estilo de ciudad, entre canalla y señorial, que jamás regresará enterrada por la modernidad de la Barcelona casi Olímpica.


     En la segunda parte, Méndez intenta descubrir quién quiere asesinar a la segunda hija discapacitada de la ciega Pilar, mujer elegante y atractiva, con ese glamour, saber estar y educación prodigiosa del barrio de Salamanca que la convierten en una semiDiosa.

    A pesar de ser una obra irregular, se lee con fruición y es ágil, sobre todo,  por la maestría desplegada en los diálogos por González Ledesma. Además, enseña mucho, de la vida, de la calle, de la gente, de los perdedores, de los ganadores, de los ricos, de los pobres, de los asesinos, de los pobres de espíritu y de los grandes corazones que habitan en la gente del pueblo llano.


    No es solo una novela policiaca, es un libro de filosofía, y nada barata. Se nota la sabiduría y profundidad de pensamiento de su autor, especialista en diseccionar el alma humana.

martes, 9 de julio de 2013

'El rostro de la maldad' de Julián Sánchez: a medio camino de la genial 'El anticuario' y la decepcionante 'El rostro de la maldad'

   
Tenía una deuda pendiente con Julián Sánchez tras maravillarme con 'El anticuario' y decepcionarme con 'La voz de los muertos'. Por eso, 'El rostro de la maldad', la segunda novela protagonizada por el inspector David Ossa Planells, poseedor de poderes extrasensoriales, se ha quedado a mitad de camino de las anteriores obras.

    La novela comienza con fuerza y originalidad. Narra una venganza de un especie de 'Fantasma de la Ópera' 'de la terra' que se mueve por las alcantarillas de Barcelona. La acción es trepidante y los espacios descritos de la ciudad condal ayudan a crear una atmósfera de tensión, de auténtica serie negra.

    Sin embargo, el autor sigue fallando en los diálogos, sobre todo en los que reflejan la relación entre Ossa, su nueva ayudante la subinspectora Estela Bolea, su antes subordinado y ahora jefe, Joan Rodríguez, y su novieta, entre extraña y estrafalaria, Julia Martín Gispert.
 
    Y es que en muchas ocasiones parece que, en vez de hablar cuatro personajes, lo haga uno solo siendo la misma voz en cada uno de ellos, lo que reduce credibilidad y atractivo a la acción descrita.

    Las dos terceras primeras partes de la novela se leen con fruición, pero el desenlace es poco realista, tal vez demasiado apresurado en su conclusión y con una interrelación entre los personajes que no llega a cuajar. Todo es como muy precipitado.

domingo, 7 de julio de 2013

Leonardo Padura y su descreído inspector Mario Conde

    En 1989, en España, Mario Conde, de Banesto, era un semi-Dios, el ejemplo a seguir, el triunfador inefable, el reflejo de una sociedad pacata en ebullición en plena post-Movida, el rey de la filosofía del pelotazo, el yerno que toda matrona quería tener...

    En ese mismo año nace una figura novelesca atractiva por sus aires despreocupados, su vida desordenada y su particular sentido de la justicia: es el inspector de La Habana Mario Conde, 'el Conde', protagonista de 'Pasado perfecto', la primera novela de la serie policiaca de Leonardo Padura, la tetralogía negra de Cuba.

    Titulada también 'Cuatro estaciones' está compuesta, además de la anteriormente mencionada, por 'Vientos de Cuaresma' (1994), 'Máscaras' (1997) y 'Paisaje de otoño' (1998).

    El teniente Conde, que en lugar de policía quiso ser escritor, es un bebedor empedernido de ron, amante de los parias y de los seres descastados. Su mejor amigo es Carlos 'el Flaco', en silla de ruedas por las heridas de la Guerra de Angola, con quien bebe, filosofa, fuma hierba y escucha a Joan Manuel Serrat.

    En el trabajo es el mejor, aunque odia ser agente. Le acompaña en sus batidas el implacable y duro sargento Manuel Palacios, negro Palacios, quien se huele las escenas tórridas de Conde con Tamara, deliciosa esposa de Morín, el alto funcionario del régimen castrista desaparecido.

    En su relación con Tamara, el teniente Conde nos transporta a los encuentros lascivos de Philip Marlowe con cada una de sus mujeres fatales, 'pin up' de quitar el hipo.

    "Aprendí de Hammet, Chandler, Vázquez Montalbán y Sciascia que es posible que una novela policial tenga una relación real con el ambiente del país, que denuncie o toque realidades concretas y no sólo imaginarias". Palabra de Padura, genio y figura del lumpen habanero.

viernes, 5 de julio de 2013

Jens Lapidus: la mafia implacable que llegó del frío

     Jens Lapidus, aunque suene a típico tópico, representó una bocanada de aire fresco para la serie negra. La Trilogía Negra de Estocolmo se inició en 2006 con la primera obra de este escritor de raza titulada 'Dinero fácil', muy probablemente la mejor de la saga. Después llegó 'Nunca la jodas' (2010) y 'Una vida de lujo' (2011).

     Según han ido apareciendo las noveles, han ido decreciendo en interés, pero sin perder un algo que convierten a esta trilogía en imprescindible en el mundo de la novela negra.

     Lapidus ha creado una serie de personajes peculiares -probablemente, reflejo de la realidad sueca- entre los cuales destacan el dealer, trepa, inteligentísimo y mentiroso JW; el chileno de los bajos fondos y eterno perdedor rodeado por la mala suerte, Jorge; y el implacable matón sin escrúpulos -a pesar de que demuestra un amor extremo por su hija-, el serbio Mrado, al servicio del capo sin sentimientos Radovan.

    Otros perdedores como el exmilitar grillado Niklas, el musulmán estrellado Mahmud y el policía de poca monta Anders completan el plantel de locos desquiciados que asumen su papel de parias sin rechistar.

     Todos ellos se mueven por los bajos fondos de la Suecia idílica, que nada tienen que envidiar del Chicago de los años 20 y 30, en una trama que mezcla los ambientes pijos y drogotas de 'Menos que cero' de Breat Easton Ellis con la delincuencia undergorund aparecida en novelas como las de Wallander, Hole o Don Winslow.

     No deja indiferente a nadie, y hay momentos en los que el corazón se te acelera por las torturas brutales descritas por Lapidus o por el frenesí de las persecuciones a través del submundo quinqui de una ciudad tan maravillosa como Estocolmo.