sábado, 21 de febrero de 2015

'Chourmo', de Jean-Claude Izzo: sabor a novela negra de cinco estrellas

    'Chourmo', de Jean-Claude Izzo, es una auténtica novela negra clásica, con aroma a las mejores obras de Hammett, Chandler, MacDonald o William MacIlvanney
    
    Aunque el estilo de su protagonista, el expolicía Fabio Montale, hijo de italiano, nacido en Marsella, es comparable a Pepe Carvalho, del maestro Manuel Vázquez-Montalbán, o a Salvo Montalbano, del más que maestro Andrea Camilleri.

    En sus libros sobre Montale, Izzo, hijo a su vez de italiano y española, toma Marsella, su cocina y bebida como otro de los protagonistas principales. A pesar de que la trama se desarrolla a mediados de los años 90, surge el aroma a la tradicional novela negra estadounidense de Jim Thompson y los oscuros años 20 y 30. No en vano, podría ser una adaptación de 'Cosecha roja'.

    La mafia, los integristas islámicos, el lumpen marselles, la droga, los gitanos, los policías corruptos y un descreído, a la vez que tierno e implacable Montale, hacen las delicias de los verdaderos amantes de la serie negra con más solera. 

    Una delicia para los siete sentidos, un golpe al corazón, un hachazo a los sentimientos y un canto a la pureza y a la dignidad. Todo ello entre un saco de basura y unos espacios infectos dominadas por lo más bajo de la ralea humana. Gloriosa obra.

martes, 10 de febrero de 2015

'Los fresones rojos', de Esteban Navarro: una novela negra ligera

    
    'Los fresones rojos', de Esteban Navarro, es una novela negra y policiaca ligera. Se lee en un pis pas, entra como un yogur suave y cremoso, se paladea en un breve lapso de tiempo y se degusta como esa cerveza lager de toda la vida.

    Más que el enigma, lo importante en este libro es el personaje, un gris y mediocre -en teoría- policía nacional, anodino y aburrido que se transforma en un investigador de primera por las circunstancias y porque lleva una flor en sus partes.

    No es una novela potente, sucia, barriobajera y destripadora, pero es una novela con destellos de buena literatura, con escenas que dejan huella, personajes intensos y momentos sublimes. Aunque, a mi entender, le faltaría más mala leche.

    Se lee con deleite, interés y sin poder despegarte del papel. Otro punto de vista en la novela negra patria. Se disfruta y se pasa un buen rato. Moisés Guzmán es un antihéroe, un anti Sam Spade, un hombre tranquilo en un mundo cada vez más loco. 

domingo, 8 de febrero de 2015

'Ofrenda a la tormenta', de Dolores Redondo: tan absorbente como 'El guardián invisible'

 
    Esta trilogía es tan potente como la de Pérez Gellida. En el caso de Dolores Redondo, los tres libros de la saga del Baztán, aúnan novela negra, con fantástica y hasta de terror.

    El mundo surrealista del valle navarro repleto de asesinatos, odios, satanismo y seres mitológicos hace las delicias de los amantes de la narrativa con gancho y cargada de suspense.

    La protagonista, la inspectora Amaia Salazar, de la Policía Foral, es todo un descubrimiento, junto a sus compañeros, a su confidente del FBI, a su familia, al juez estrella Markina... 

    Sin embargo, aunque he devorado este libro sin poderlo soltar hasta alcanzar el final, desde las primeras páginas sospeché de quien era el malo malísimo y eché en falta un mayor protagonismo de los seres legendarios: sobre todo, del basajaun.

    En definitiva: 'El guardián invisible', 'Legado en los huesos' y 'Ofrenda a la tormenta' son un gustazo, un deleite para los seis sentidos y una gozada absoluta. Inquietantes y desconcertantes, las novelas se devoran.

martes, 3 de febrero de 2015

'Cien años de perdón', de Claudio Cerdán: no todos podemos ser Eduardo Mendoza

    Lástima que un libro con un inicio trepidante y un personaje en principio atractivo y oscuro se convierta, poco a poco, en un esperpento de novela que no es negra ni es cómica, un objetivo que dista mucho de conseguirse y que está en manos de unos -y escasos- elegidos: Eduardo Mendoza y, tal vez, Carlos Salem.

    Porque una vez introducidos en la trama, los personajes y las situaciones que al inicio de la historia nos parecen atractivas, divertidas y originales se transforman en una sucesión de escenas más bien repetitivas, sin alma, sin sentido y sin gracia. 

    Es como un cúmulo de acciones mecánicas, una detrás de la otra, como quien suma o cuenta ovejas: le falta fuerza, originalidad, subyugar al lector... Por ello se pierde en el interés en un detective que de oscuro para a ser ridículo, que de duro pasa a ser un alma en pena... y a una situación que pierde todo interés por previsible y gris.

    Y lo siento por Claudio Cerdán y porque el tema prometía, pero no todos podemos ser Eduardo Mendoza.